Existen dos tipos de dietas: la dieta en términos de alimentos, es decir los alimentos que consumimos, las calorías, los nutrientes, etc., y la dieta psicológica, o sea la que nos aporta diferentes tipos de emociones. Ya sabemos reconocer la comida basura, pero no siempre conseguimos ver las emociones negativas, las que no dejan lugar para las positivas. Por eso, ponerte a dieta emocional es una forma de deshacerte de todas esas emociones y poder reemplazarlas por alegrías y bienestar. A continuación, cinco estrategias para empezar:
Se trata de emociones que no te permiten salir de un ciclo de pesimismo y cansancio, además de alejarte de las alegrías. Estas emociones son la culpabilidad, el resentimiento, la ira, la envidia, los celos y la frustración. Cada vez que sientas que una de esas emociones está ganando terreno, respira profundamente y libérala.
Es esencial reemplazar las emociones que rechazas por otras positivas, como la alegría, el optimismo y el amor para aumentar tu energía. Te ayudarán a abrirte y a recibir nuevas oportunidades.
Sé atenta y analiza cuántas emociones negativas y positivas consumes al día. Eso te ayudará a no caer en una mala dieta y rectificar.
Si eres de las que mira los ingredientes y valores nutricionales de los alimentos, haz lo mismo con tus parejas, y pregúntate cómo te hacen sentir. Si te dejan agotada, exhausta y sin energía, tal vez sea porque no son saludables para ti.
Estos contactos te pueden afectar mucho a la larga, por eso tienes que etiquetarlos y ver si son nutritivos y si te aportan bienestar. Si no es así, aléjate y busca actividades y personas que sí pueden reponerte y estimular tu energía.
La vida pasa volando, por eso es importante que la llenes de alegrías, de gente y de emociones positivas, que te dejen satisfecha y feliz.